La pérdida de una o varias piezas dentales es bastante frecuente en la población adulta y las causas pueden ser de lo más diversas: una extracción, un accidente, una enfermedad, etc.
Resulta muy recomendable sustituir un diente perdido por muchos motivos, incluso aunque seamos jóvenes, ya que de este modo evitaremos futuros problemas tanto en el espacio vacío como en las piezas dentales contiguas.
Cuando se pierde un diente queda un hueco, un espacio vacío en la boca. La mayoría de las personas acuden a rellenar ese espacio por motivos puramente estéticos, sobre todo si se trata de piezas visibles, pero las consecuencias estéticas de la pérdida no son las únicas variables a considerar. Existen razones de carácter estrictamente funcional que aconsejan solucionar este problema y evitar así las consecuencias que dejar un hueco en nuestra boca podría acarrearnos.
Un espacio vacío disminuye la capacidad de masticación, sobre todo si se trata de una pieza o piezas de la parte posterior de la boca. La razón principal es que, a pesar de que no son piezas visibles, es precisamente en esa zona donde trituramos la mayoría de los alimentos que ingerimos. Al comer, si nos falta una pieza dental, los alimentos entran en contacto con la encía causando desagradables molestias. Estas molestias nos impulsarán a masticar los alimentos por el otro lado, produciendo así un desgaste añadido en esos dientes.
Existe, además, el peligro de que los dientes colindantes se muevan para tratar de ocupar el vacío que ha dejado la pieza o piezas perdidas. Al moverse y cambiar de posición de una forma incontrolada, se crean contactos y espacios que no existían. Estas nuevas posiciones dentales dificultan la higiene, y por tanto, se favorece la aparición de bacterias y otros problemas que a la larga, pueden acarrear incluso más pérdidas.
Además, tras la pérdida de un diente, el hueso comienza a reducirse rápidamente hasta quedar completamente atrofiado. Esta disminución de masa ósea produce además un impacto estético evidente en el rostro, que se traduce en hundimiento de la zona de los labios y de las mejillas, que van perdiendo paulatinamente el soporte sobre el que se apoyan.
En resumen, sustituir un diente perdido nos evitará problemas a corto y sobre todo a largo plazo, tanto si el lugar dejado por la pieza que nos falta es visible, como si está situado en la parte posterior de la boca. La mejor opción para sustituir uno o varios dientes perdidos y evitar problemas futuros son los implantes dentales, la mejor solución estética y funcional, consulte a su odontólogo para obtener un diagnóstico personalizado.